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Apuntes - Derecho Político - Universidad Miguel de Cervantes


Estimados primero que nada felicitarlos y pedirles su ayuda, soy estudiante de primer año derecho y estoy en etapa de pruebas, nesecito resumen de derecho politico.
El hombre como un ser social
las instituciones
conceptos estructuras, clasificaciones etc.

edgardoarancibia Sin Definir Universidad

Respuestas
UMSA
EJA Moderador Creado: 05/10/08
Edgardo fijate en la sección de , donde podrás encontrar apuntes chilenos de Derecho Político.

Por otro lado, te recomiendo que especifiques de mejor forma tu consulta en el título del post. Paso a editar.

Saludos.

Sin Definir Universidad
edgardoarancibia Ingresante Creado: 05/10/08
Eja gracias te cuento estoy haciendo un resumen para mi prueba primera de politico y las materias son desarrollar los siguientes temas que en apuntes de Chile no me señalan lo que necesito y estos son.
El hombre como ser social / politico osea el concepto y la distincion entre ºsocial y politico y concepto de derecho politico alcance que incluye que abarca y las teorias,doctrina, filosofia y ciencia,
gracias por responder

UNMDP
BJL Súper Moderador Creado: 05/10/08
Edgardo, además de los contenidos propios de derecho chileno que estamos incorporando al sitio, los contenidos que estás buscando podes encontrarlos también en los apuntes de Derecho Politico para universidades argentinas; ya que los contenidos de las asignaturas no difieren en mucho, esto porque los pensadores que se estudian habitualmente suelen ser los mismos: Aristoteles, Locke, Rousseau, etc.


Saludos


PD: esperamos tu participación activa como también de aquellos hermanos chilenos que deseen sumarse a los debates del foro!

UMSA
EJA Moderador Creado: 06/10/08
Acá te dejo algo sobre el tema:


CONOCIMIENTO POLÍTICO

La ciencia política. Origen e historia. Concepto actual. Derecho Político. Concepto. Derecho político y ciencia política.

La ciencia política: La ciencia política es el estudio de todo cuanto de universal y necesario tiene la política.
La ciencia política tiene como objeto al estado, en su ser general, universal y necesario. Nos explicará, no sólo en que consiste ese ser, sino también su origen y composición mediante la consideración de las causas y elementos del estado.
Para Freund hay que explicar lo político por sí mismo, por sus leyes y presupuestos propios, por su acción específica y no por otras cosas, tales como la moral, la biología o la psicología, ya que, de otro modo el término ciencia política quedaría reducido tan sólo a una manera de expresarse. Además, dice, admitir la permanencia de la naturaleza humana y negar la esencia de lo político daría lugar a la sola consideración de la historia política y no a una ciencia política en sentido estricto.
Cabe consignar que Freund sostiene que analizar la esencia de lo político es procurar entender el fenómeno político en sus características propias y peculiares que lo diferencian de otros fenómenos de orden colectivo, tales como el económico o el religioso, y es procurar encontrar los principios que permiten hacer la discriminación entre las relaciones sociales que son específicamente políticas y aquellas que no lo son. En consecuencia, el objeto propio de la ciencia política es lo político considerado en su esencia y no el estudio acumulativo de los acontecimientos e instituciones que han entrado en el círculo político a lo largo de la historia.

La política como ciencia tiene por objeto de conocimiento o estudio el ámbito de la realidad que es quehacer o actividad política. La política como forma de conocimiento tiende a colocar el fenómeno político bajo análisis y observación científicos; no se trata de un conocimiento vulgar, sino de un conocimiento objetivo, sujeto a un método, susceptible de transmitirse a otros, y de ser adquiridos por éstos.
Este estudio científico de la política tiene múltiples matices, y según se adopten o se excluyan algunos, variará el contenido de la ciencia política en las distintas concepciones de escuelas y autores.
Un enfoque que se titula estrictamente científico y que aspira a la pureza de la ciencia política se detiene en el análisis del fenómeno político tal como es en la realidad. Hace meramente una descripción fenoménica y real, a nivel empírico, con datos de la experiencia. Le preocupa el “ser” político, el ser del estado tal cual es. Esta línea científica deja de lado la valoración, la crítica, el por qué y el para qué de los fenómenos políticos.
Un segundo enfoque reputa que reducir la ciencia política a pura observación y descripción fenoménicas es amputar su ámbito o contenido, tanto como aprisionar o ignorar la inquietud del razonamiento humano. De este modo, se extiende el contenido de la ciencia política hasta un conocimiento razonado del fenómeno político; no desprecia el estudio de la realidad, pero añade el estudio de su esencia, de sus fines, de sus causas primeras, en una palabra, de su “razón de ser” y de su “deber ser”. La comparación valorada de la realidad que “es” con la que “debe ser” apareja la búsqueda del ideal de justicia, del progreso político, de las pautas para mejorar la realidad; y formula los tipos ideales del régimen político, los principios a seguir, los tipos del mejor régimen posible en una circunstancia determinada, etc.
En orden al conocimiento científico de la política, se suele hacer otra distinción entre conocimiento especulativo o puro, y conocimiento práctico o interesado. El conocimiento especulativo se dirige exclusivamente a conocer por conocer; no hay otra finalidad a alcanzar. El conocimiento práctico, al contrario, busca un fin especial, que es el de aplicar prácticamente a una realidad el conocimiento teórico alcanzado.

La posibilidad de una ciencia política presupone la ciencia de la naturaleza humana, porque negar la posibilidad de una ciencia humana, pretendería hacer la realidad de una ciencia que constantemente variaría; además sería negar cualquier posibilidad de pensamiento coherente y racional entre los hombres. La posibilidad de una ciencia política procede de la naturaleza humana, a pesar de que los cambios de estado, regímenes, ideologías y constituciones, le dará un aspecto irreversible en el tiempo.
Tenemos por un lado el nominalismo, que nos enseña que toda representación de lo real es singular, no existiendo lo universal. Para ellos todo lo que sea universal son simples nombres que reciben, de sus hombres, un significado de manera tal que todos los conceptos no expresan el ser de las cosas, sino el pensamiento de los hombres sobre las cosas y sus relaciones.
La contraposición del nominalismo es el realismo moderado, que si bien reconoce que las ideas no se dan por separado o aisladas, solamente en nuestro espíritu, pero que en la realidad están siempre unidas a una materia afirmando que la inteligencia puede abstraerla como cualidades propias del sujeto; el espíritu puede representar lo real de una manera fiel aprehendiendo la ciencia, que es similar en todos los individuos de una misma clase.
Los nominalistas han mostrado una marcada abstracción al dinamismo de la evolución histórica, y es así entonces que Marx dice que la historia no se convierte en otra cosa que en ser la continua modificación de la naturaleza humana. El concepto de la política, como un hacer estableciendo el modelo que la convierte en el deber ser. Además dice que la política es también una lucha por el poder donde los gobernantes luchan para permanecer en el cargo y cumplir el plan o el programa propuesto y parte de los gobernados desalojados de él. Por eso definimos la política como actividad, como el arte de hacer en el gobierno y el de cumplir con el fin que se persigue, el bien común.
En cuanto a las relaciones de la política con la ética, la ordenación al fin y la tendencia al bien común se convierten en un principio interno vital y esencial de la sociedad.
Para poder lograr ese fin juega un importante rol la ciencia política, como un hacer y como una práctica política. Toda práctica política es causada por una teoría política y ésta se nutre de una ética y, a su vez, toda ética descansa en una antropología.
Tenemos también que toda práctica política es causada por una teoría política. Podemos adherir que toda concepción del hombre, y también de la moral, tiene una raíz teológica. Entonces no hay práctica política si la desvinculamos de la ética, de la moral y de la teología, porque todas toman los principios que nos pueden llegar a servir en la ciencia política.
En cuanto a las formas políticas y hábitos dominantes por las distintas sociedades, dependen de la actitud religiosa que en ellas se adopte.
En cuanto a la moral, basta señalar que sea que se adopte la ética o la teoría presuperhombre enunciada por Nietzsche, inspiraron doctrinas políticas en el nacionalsocialismo y en el fascismo italiano, sea que se siga al utilitarismo de Benham o la moral de las circunstancias, no hay ninguna política ajena a alguna escuela ética.
El socialismo, el historicismo, el utilitarismo y el pragmatismo, consideran a la política como una lucha por el poder, o como una praxis legítima, en tanto y en cuanto, se obtiene el resultado querido y la utilidad buscada, y desconoce la verdad como la esencia de la política, por eso en la obra El Príncipe, de Maquiavelo, se advierte un divorcio absoluto entre lo político y lo moral.
Creemos que Maquiavelo ha dejado de lado toda la moral fundada en la ley natural, para adoptar la ética utilitaria de la omnipotencia del resultado y de las circunstancias.
La política y la moral no son ajenas entre sí, porque estando la política al servicio del hombre busca un bienestar para éste, y al ser el bienestar su finalidad se inscribe dentro de los presupuestos y principios de la moral.

Origen e historia: El nacimiento de la ciencia política ocurre en el siglo V a.C. cuando la democratización de Atenas plantea la necesidad de la educación política de toda la comunidad. Los sofistas, que buscaban más la educación política de los caudillos que la del pueblo, ofrecían la aptitud intelectual y oratoria que permitía aspirar a ocupar los primeros puestos políticos.
Sin embargo será Platón quien plantee la necesidad del saber político, como requisito esencial para el gobierno de la ciudad, como deber del filósofo. En su obra, La República, intenta demostrar el político prudente, es decir, que los gobernantes cumplan su función de acuerdo con las normas naturales espontáneamente conocidas de la verdad y del bien.
También Aristóteles muestra a la Ciencia Política, como saber propio del gobernante. En la Ética a Nicómaco sostiene que desde el momento que la política se sirve de las demás ciencias prácticas y legisla sobre lo que debe hacerse y lo que debe evitarse, el fin que le es propio abraza los de todas las otras ciencias, al punto de ser por excelencia el bien humano. Además dice que la ciencia política es la que, en efecto, determina cuáles son las ciencias necesarias en las ciudades, y cuáles las que cada ciudadano debe aprender y hasta dónde.
Queda así concebida la Ciencia Política como ciencia arquitectónica, esto es, ordenadora, ciencia soberana y fundamental.

Derecho Político:
Concepto = Con el nombre de “derecho político” se quiere poner el acento en una forma especial de conocimiento político: aquella forma de conocer la realidad política que cae bajo regulación del derecho.

Derecho político y ciencia política: Como el derecho no puede perder, en definitiva, su conexión con la ética ni con las valoraciones, quienes prefieren mantener el nombre de “derecho político” frente a la tendencia de sustituirlo por el de ciencia política, procuran defender la inclusión de los ingredientes filosóficos, jurídicos, valorativos, etc., en el estudio del fenómeno político, para conservar la dualidad de lo que es y de lo que debe ser en el contenido del conocimiento político.

Relaciones con otras ciencias: ética, ciencia jurídica, historia, sociología, ciencia económica, sicología, teología.

La trabazón entre ética y política; la inescindible unión entre cada régimen político y la imagen valorada como justa que de él nos forjamos; el juicio que cotidianamente emitimos sobre la realidad que nos rodea y solicita; la inquietud por saber a qué causas y a qué fines últimos responde esa misma realidad; la necesidad de ordenar racionalmente la serie histórica de fenómenos y de hechos que los sentidos y la experiencia ponen a nuestro alcance y conocimiento, etc., obligan a que mantengamos la dimensión polifacética del conocimiento político, y el método complejo para su estudio integral. Lejos de toda “depuración” de contenido, objeto y método, asumimos sin temor el nombre de “ciencia política”, abarcando cuatro aspectos fundamentales: a) uno filosófico, que recae sobre la esencia de la misma política, del estado, de sus causas, fines, elementos, etc., interesándose por saber el por qué, el cómo, el para qué del estado, y de formular el deber ser ideal de la justicia, y las valoraciones consiguientes; b) otro sociológico o empírico, que versa sobre la realidad descripta y observada tal cual es; c) un tercero, jurídico, cuyo objeto está dado por el orden jurídico o derecho que informa o estructura al régimen político o estado; d) el último, histórico, que se ocupa de desarrollar el estudio de la realidad política en su curso histórico y temporal, alcanzando a los acontecimientos, episodios, movimientos, ideologías, valoraciones, etc., tal como han sucedido en el seno de las organizaciones políticas conocidas.

Metodología de la ciencia política.

Metodología de la ciencia política: Según sea el objeto a conocer, será el método a seguir. Primero hay que delimitar el objeto, a fin de adoptar el método. En alguna medida, comprendemos que si consideramos a la ciencia política con criterio multifacético, el método no puede ser simple sino complejo. No hay una pureza metodológica, porque hay variedad y pluralidad de aspectos a conocer. Tanto los mecanismo racionales (inducción, deducción, análisis, síntesis, comparación, analogía) como las técnicas de investigación, han de ser diversos.
a) Para el conocimiento descriptivo y empírico de la realidad política, es menester manejarse con la observación, la comparación y la inducción. Hay que ir de lo particular a lo general, partiendo de los hechos y de la experiencia, pasando luego a la comparación y a la analogía, para finalmente arribar a lo que Jellinek ha denominado el “tipo empírico”. El tipo empírico es un tipo común que comprende los caracteres habituales y afines que concurren en una serie agrupada de regímenes análogos. Se observa, por ejemplo, cuáles son las instituciones, los hechos, las normas, etc. que, con cierta similitud, se dan analógicamente en todos los estados o en algunos de ellos. Es decir, presuponiendo que dentro de la variedad y pluralidad de estados hay algo permanente e independiente de las particularidades individuales, se abstraen de todos esos estados las notas comunes y unificantes, en que todos ellos participan o concuerdan, y se elabora el tipo empírico. Para ello, es menester haber utilizado la inducción, la comparación y la abstracción, hasta culminar en la síntesis. De esta manera, se elabora el tipo empírico del constitucionalismo clásico, del constitucionalismo social, de las democracias, de los totalitarismos, del régimen parlamentario y del presidencialista, etc. O sea, se verifica lo que hay en común en todos los estados que adoptan como base de organización cada una de las formas políticas aludidas.
b) Cuando salimos ya del marco de la realidad política y entramos en el área de la valoración, de la estimativa, del tipo ideal que nos señala como debe ser el estado, etc., es indispensable echar mano de otros procedimientos más allá de la experiencia. El método racional y deductivo prestará acá su ayuda, no porque podamos a priori y abstractamente conocer las causas, los fines y la esencia del estado, sino porque la pura observación será insuficiente. De los datos experimentales podremos inducir lo que es tal cual es, pero de inmediato hará falta discernir racional y deductivamente lo que debe ser. También en la valoración partimos de la experiencia, del sentimiento razonado de justicia, pero en la elaboración de los criterios de valor y en el descubrimiento del valor hay algo más y mucho más que la experiencia pura.
Ahora bien: eso que llamamos el sentimiento de justicia no es un mero a priori subjetivo, de tipo sicológico, que exista o funcione en la mente humana; se trata de otra cosa; se trata de que con mi razón o mi intelecto puedo acceder al conocimiento de principios ideales y de valores objetivos, que no caen bajo mi percepción sensible. Este conocimiento no proviene de la experiencia, pero merced al esfuerzo de mi razón, lo intuyo con ocasión de la experiencia. Quiere decir que la experiencia es un estímulo para que la razón descubra los valores y forme los criterios de valor después de hacer la estimativa axiológica. Por otra parte, hemos de aclarar que en la ciencia política, interesan las valoraciones objetivas y sociales. No se trata de valoraciones derivadas del sentido de justicia de un hombre determinado, sino de valoraciones que vivencia y comparte un grupo social.

Técnica política. Prudencia política. Filosofía política.

Prudencia política: El acto prudente consiste en la elección del bien.
Elegir el bien y obrarlo es propio de la prudencia, por consiguiente presupone su conocimiento. El prudente, enseña Santo Tomás, precisa conocer tanto los primeros principios universales de la razón cuanto las realidades concretas sobre las que versa la acción moral. Exige, pues, el acto prudente dos conocimientos: el de los principios universales que deben aplicarse y el de las circunstancias contingentes en que deben ser aplicados. Hay una prudencia individual y también una prudencia social: las diversas clases de prudencia deben distinguirse según los distintos fines: una será la prudencia propiamente tal, que trata del bien particular; otra la prudencia económica, que trata del bien común de una familia y una tercera, la prudencia política, que versará acerca del bien común del estado; a su vez, la prudencia política admite ser clasificada en prudencia arquitectónica, que es la del gobernante y prudencia obedencial, propia de los gobernados. El objeto de la prudencia política consiste en concluir cuáles son los medios acertados para que la acción del hombre no se desvíe del bien común.


Sociabilidad, mundanidad y politicidad del hombre. La convivencia. Sociedad y comunidad.

Sociabilidad y convivencia = El hombre es sociable. Lo es por estar en el mundo, porque en el mundo y en su circunstancia el hombre se encuentra con cosas, y entre esas cosas, con otros hombres. Con las cosas co-existe. Con los demás hombres, con-vive. Existe “con” las cosas y vive “con” los otros hombres. Con los hombres tiene que tratar y contar de un modo muy diferente a como trata y cuenta con las cosas. El hombre cuenta con las cosas, las cosas no cuentan con el hombre; en cambio, el hombre cuenta con otros hombres, pero, a su vez, los otros hombres cuentan con aquel hombre.
La sociabilidad es un modo o una forma de ser mundano. No se da a posteriori de la mundanidad, sino junto con ella. Es una especificación de la mundanidad, y como tal una cualidad del hombre. En y con la sociabilidad, el hombre se abre o está abierto a los otros hombres.
La sociabilidad no es algo exterior al hombre, sino que es intrínsicamente constitutiva del ser hombre. No se puede decir que el hombre vive y después convive. La convivencia, que supone la sociabilidad como tendencia o predisposición naturales, es algo tan primario como el hombre.
Al hombre le pasa o acontece ser sociable. La sociabilidad se da en “mi” vida, tiene raíz en ella y no fuera.
Al sostener que el hombre es intrínsicamente sociable, comprendemos que no puede vivir de otra manera más que conviviendo. No hay una soledad originaria, sino que hay una sociabilidad y, por lo tanto, convivencia innata.
Mundanidad = Mundanidad del hombre quiere decir que el hombre está en el mundo, situado en el mundo. El mundo es el sitio del hombre. “Mundo” es la circunstancia o situación que me circunda o me rodea, con todos los elementos que la componen y que están en torno de mí. Mundo no es sólo el mundo natural, sino fundamentalmente todas las cosas que hay en el mundo (otros hombres, ciudades, creencias, etc). El mundo va cambiando a lo largo del tiempo: el mundo del siglo XX es distinto al mundo del siglo XV. Y dentro del mismo siglo, el mundo cambia en períodos más breves. Este mundo humano en el cual se inserta el hombres es, para cada hombre, “su” mundo, es decir, que el mundo tiene sentido para cada hombre, que lo hace suyo.
El hombre es mundano y está en el mundo, enclavado en el mundo del cual participa. La vida del hombre transcurre en el mundo. La mundanidad hace a la vida y a la esencia del hombre. En ese mundo, el hombre no está cerrado o replegado, sino abierto. Esta apertura se da “A Nativitate”, o sea, originariamente, inicialmente con el ser mismo del hombre. El hombre no tiene realidad y no vive más que en una circunstancia, la “suya”; en esa circunstancia, está abierto a las cosas, referido a ellas. La mundanidad es constitutiva del hombre, lo constituye, porque el hombre no puede ser hombre si no está en una circunstancia mundana.
Politicidad = Los hombres no pueden convivir si la convivencia no se organiza.
Podemos enfocar este tema desde dos perspectivas: a) que el hombre se dio cuenta que la convivencia necesitaba organización, y resolvió entonces organizarse; b) que originariamente la convivencia va acompañada de forma organizada.
Adoptando el segundo temperamento, decimos que la politicidad acompaña a la sociabilidad. Politicidad significa organización política de la convivencia. Que el hombre es político quiere decir que la politicidad lo constituye también inicialmente, que se da con su ser, y que le pasa en su vida. No es algo adquirido después, ni algo adyacente, sino ingrediente esencial.
Así como la sociabilidad, la politicidad también es un elemento primario, es decir, cualifica también al hombre “A Nativitate”.
La politicidad es la única forma de vida humana, es una dimensión de la mundanidad, un modo necesario de ser mundano y de ser sociable, que se da con el hombre y en la vida del hombre. Al hombre le pasa y le acontece ser político, como le pasa y le acontece ser sociable y ser mundano, todo simultáneamente, en la intrínseca constitución ontológica de su ser.

Sociedad y comunidad: Sociedad y comunidad pueden emplearse como sinónimos. Sin embargo, la sociología tiende a atribuir a cada uno de estos vocablos una acepción técnica más ceñida, en cuyo caso no los equipara. Es útil también conocer y aceptar esta diferencia.
La diferencia entre sociedad y comunidad estriba en el origen de cada una: la sociedad se forma preponderadamente de modo reflexivo y voluntario; o sea, cada una de las formaciones sociales que denominamos “sociedad” surgen porque ciertos hombres deciden darle origen: por ej.: una sociedad anónima, un club, una asociación cultural, una cooperativa, etc. En cambio, la comunidad es un grupo formado sobre la base de una cierta unidad previa, sea de sangre, de cultura, de religión, etc.; en el origen de una comunidad prima lo espontáneo sobre lo reflexivo, lo natural sobre lo mecánico; por eso, los miembros de una comunidad se sienten insertados en ella sin haber tomado previamente una decisión; por ej.: la familia, la nación. Pero esto no quiere decir que existiendo ya una comunidad, no puedan los hombres ingresar voluntariamente a ella; las comunidades religiosas o iglesias son comunidades, y muchas personas que a cierta altura de su vida adoptan una religión distinta de aquélla a la cual pertenecían por origen, se incorporan reflexiva y voluntariamente a otra comunidad religiosa.
Sin pecar de sutileza, puede admitirse la afirmación de que la comunidad es un organismo social, mientras la sociedad es una organización social; y la de que en la comunidad se una comunión entre sus miembros, en tanto en la sociedad se da un concurso.

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