La Justicia ordenó indemnizar como si hubiera sido despedido a un hombre que, en medio de una crisis depresiva que incluyó un intento de suicidio, envió el telegrama de renuncia a su empleo.
Para la Cámara Laboral, la dimisión fue nula porque el estado psíquico del trabajador era susceptible verosímilmente de afectar su discernimiento al momento de emitir el acto de renuncia.
El fallo fue dictado por la Sala V de la Cámara, con las firmas de los jueces María García Margalejo y Oscar Zas, quienes consideraron que no es importante si la afección psicológica obedeció a causas laborales, familiares o inherentes a la propia personalidad, o una conjunción de todo ello.
No nos encontramos ante un reclamo con fundamento en una enfermedad o un accidente laboral; lo que interesa dilucidar es si el accionante presentaba o no una alteración psiquiátrica de tal magnitud que le impedía conocer los alcances de sus actos, en concreto, el acto de renuncia, subrayaron los jueces.
Así, condenaron a una fábrica de soda a indemnizar con $23.304,13 al trabajador, quien el mismo día en que envió su telegrama de renuncia había tenido un intento de suicidio, por el que fue internado en un hospital psiquiátrico, según publicó la agencia DyN.
Esa situación refleja cuál fue el estado de salud real del actor al momento de emitir su renuncia y durante el tiempo posterior, y no deja dudas sobre las graves alteraciones que presentaba su salud psíquica en esas épocas, sostiene el fallo.
Los jueces también valoraron que muy poco tiempo después de la renuncia, la esposa del empleado se presentó en la empresa para explicar la situación y pedir que no tomaran en cuenta el telegrama de renuncia.