Casi tres meses después de haber sido expulsado de Honduras, el depuesto presidente Manuel Zelaya regresó ayer por sorpresa a Tegucigalpa y se refugió en la embajada de Brasil, en un abierto desafío al gobierno de facto, que prometió arrestarlo y declaró el toque de queda. "Este es un día de fiesta para nosotros, porque ha vuelto el presidente legítimo de los hondureños", dijo Zelaya, luego de relatar que para llegar a Tegucigalpa desde Nicaragua debió "cruzar ríos y montañas" en una travesía de 15 horas.
El inesperado regreso abre una nueva etapa de incertidumbre en la crisis política que atraviesa Honduras. Zelaya fue sacado del país a punta de fusil por militares el 28 de junio, el mismo día en que pretendía realizar una consulta popular que abriera paso a la reelección presidencial, algo visto por sus detractores como una muestra de la influencia de su aliado venezolano, Hugo Chávez. Desde entonces, había intentado volver a través de negociaciones diplomáticas e incluso por la fuerza, pero el gobierno de facto de Roberto Micheletti lo había impedido.
"Soy un hombre pacífico; dialogo, practico la no violencia", proclamó Zelaya en sus primeras declaraciones a la prensa tras su regreso. "He venido a dialogar de frente", añadió, mientras fuera de la embajada se agolpaban miles de sus seguidores, eufóricos por su vuelta.
"¡Sí se pudo, sí se pudo!" y "fuera los golpistas", gritaba la muchedumbre frente a la embajada. "A partir de ahora nadie nos vuelve a sacar de aquí, por eso nuestra posición es patria, restitución o muerte", enfatizó Zelaya ante sus seguidores.
Después de haber desmentido en un primer momento la presencia de Zelaya en Honduras, el gobierno de Micheletti decretó el toque de queda y exigió a Brasil que lo entregara a las autoridades. Anoche, ordenó además el cierre de los cuatro aeropuertos internacionales del país.
"Hago un llamado al gobierno de Brasil a que respete la orden judicial dictada contra el señor Zelaya entregándolo a las autoridades competentes de Honduras", dijo Micheletti. "Los ojos del mundo están puestos sobre Brasil y sobre Honduras -añadió el presidente de facto-. No queda claro por qué ha regresado a Honduras el señor Zelaya."
El gobierno de Micheletti sostiene que no hubo golpe de Estado contra Zelaya, sino que los militares lo sacaron del poder por un mandato judicial a raíz de un proceso iniciado contra el mandatario por su decisión de llamar a la consulta a pesar de que había sido declarada inconstitucional por varios órganos del Estado.
"No tengo miedo de la Justicia" y "si hay procesos que responder, yo respondo", afirmó ayer Zelaya, en relación con las órdenes de captura en su contra. Sobre un eventual llamado del gobierno de Micheletti, designado por el Parlamento como presidente del país luego de su derrocamiento, Zelaya ironizó: "No espero esa gentileza en tan corto tiempo".
La comunidad internacional ha advertido que si Zelaya no es restituido no reconocerá al nuevo gobierno hondureño que surja de las elecciones del 29 de noviembre.
En medio de muestras de incertidumbre y preocupación por un posible estallido de violencia, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, hizo un llamado a la tranquilidad. "Quiero hacer un llamado a la calma a los actores involucrados en este proceso y señalar a las autoridades del gobierno de facto que deben hacerse responsables de la seguridad del presidente Zelaya y de la embajada de Brasil", dijo.
Zelaya anunció que Insulza viajaría hoy a Honduras, pero la OEA se negó a confirmar la información.
También la Casa Blanca hizo un llamado a la calma. "Todo lo que puedo decir es reiterar nuestro pedido casi diario a ambas partes para abstenerse de cualquier acción que tenga algún desenlace violento´´, expresó el vocero del Departamento de Estado, Ian Kelly.
El Consejo Permanente de la OEA en Washington convocó a una sesión extraordinaria, en la que aprobó una nueva resolución (ver Pág. 3).
Desde Caracas, Chávez habló por teléfono con Zelaya y le prometió convocar a otros presidentes para darle apoyo. Además, dijo que asistirá esta semana a la Asamblea General de las Naciones Unidas para levantar "la voz por Honduras". En tanto, el canciller brasileño, Celso Amorim, dijo que su país no tuvo ninguna participación en el retorno de Zelaya (ver aparte).
Sin precisar cuándo entró, Zelaya comentó que hizo "mil proezas" y un periplo de unas 15 horas para ingresar en territorio hondureño.
Las primeras versiones sobre el regreso de Zelaya las dieron dirigentes del movimiento de resistencia que apoya su restitución, que pidieron a sus simpatizantes que se reunieran frente a la oficina de la ONU en Tegucigalpa porque supuestamente allí se encontraba. Sin embargo, la ONU negó la presencia de Zelaya en el edificio, y los seguidores del mandatario depuesto se dirigieron a la embajada de Brasil cuando la esposa de Zelaya, Xiomara Castro, informó que se encontraba allí.
Fuente: LaNacion.com