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30 años fumando como un escuerzo
me han dejado francamente a la miseria:
se me caen los dientes, el alma, el escarabajo
ademàs de chupar alcohol como un condenado
yo que era un deportista consumado (a los 16 años habìa
hecho todos o casi todos los deportes
habidos y por haber, seria largo de enumerar y ademàs no viene
al caso)

30 años fumando un cigarrillo atràs del otro:
no me sirviò para nada y ademàs me hizo bolsa
ademàs de gastar un montòn de guita al pedo, al
divino botòn.

30 años fumando atados de 10 20 fasos por dìa, fácil:
no te quiero mentir, quiero ser sincero:
para hablar con franqueza, la època lo amerita:
todo el mundo fumaba en todas partes, todo el tiempo,
echabas humo, hacìas blancas aureolas en el aire
como otros hacìan grandes globos con sus chicles rosados
como la aurora homèrica.

Nada de adjetivos: todo aquello (el tabaquismo, vamos) me trajo toda clase
de problemas de toda ìndole, debido al mal aliento y al olor que se desprendìa de mi
cuerpo y mis ropas:

los grandes sitios cerrados estaban llenos de humo como una cortina no de hierro
sino màs bien de espesa niebla o neblina blanca: no se veìa nada ni a 2 3 metros
de distancia; ademàs, aquello irritaba los ojos, ni hablar si usabas
lentes de contacto, se te irritaba la vista al punto tal de tener las pupilas rojas
inyectadas en sangre somo si fueras un incauto vampiro
o algo por el estilo
o algo peor.

Esto no es todo: las damas que no fumaban huìan de mì
ni hablar de bailar congomi, conmigo:

pero tambièn mis bellas novias drogadictas y rockotangueras
armaban nevados que fumàbamos en el mismo baile
o a la salida
en el monumento a los trabajadores
enfrente exacto de la facultad de ingenierìa

allì mismo donde una noche
en la parada del colectivo 64
besè ardientemente besè
a Milena B.

mientras la estrechaba entre mis brazos
y sentìa sus redondos y puntiagudos senos

una noche de farra o de gira
luego de beber unos copetines
en Plaza Manuel Dorrego
tristemente abatido por Don Juan Lavalle, jefe unitario
para màs datos, como se sabe

sin advertir las penosas consecuencias a futuro
este futuro en el cual deletreo poemas
porque yo me creìa inmortal o algo por el estilo
como si la Muerte no existiera
como si los jòvenes fueran eternos

como si los jòvenes fueran eternos
bailaba no obstante un tango atràs del otro
con una energìa digna de mejores menesteres
pero amaba en Tango y sus aledaños:

las grandes pistas de baile repletas de grandes bailarines
aficionados o profesionales, en su defecto
o en su exceso: nada de adjetivos por cierto

y esas mujeres bàsicamente de otro planeta
que me volvìan loco de dicha
y a veces atravesàbamos la noche y las calles
en procura de un relàmpago asesino
que felizmente nos fulminara: rayo de
amor, rayo de dolor, angustia hermosa
Copes dixit

y fumando esperàbamos vaya a saber què cosa:
recuerdo estar sentado en un banco a la espera
que comenzara la clase de tango en la escuela
Fortunato Lacàmera, en San Telmo

yo me creìa desdichado vagamente pero ignoraba
que era el joven màs feliz del mundo, me creìa angustiado
pero ignoraba mi felicidad, mi juventud

los jòvenes desconocen, acaso,
que son jòvenes

pero continuemos con nuestro relato:

el tabaquismo a lo largo de 30 años me fundiò
me quebrò, rompiendo todo mi cuerpo en 1000 pedazos, fracasè
exitosamente
como bailarìn de tango y otras yerbas
(rock por ejemplo)
porque en lugar de bailar con las màs excelsas bailarinas
solìa bailar con las ancianas
o con las pendejas que recièn empezaban
y todo a los efectos de ganarme unos mangos
o de echarme un buen polvo (hablando mal y pronto)

por entonces, mi pequeño reino tanguero se fue descomponiendo horriblemente
debido a un cierto exceso de saturaciòn: realmente, tenìa las pelotas por el piso
como se dice vulgarmente

mi pequeño feudo milonguero se fue deshaciendo en 1000 pedazos:
ya no ganaba un sope, no levantaba nada
ciertas minas ya no se me regalaban ni por casualidad
ya no venìan al pie
no me volteaba nada

ya tenìa 30 años y no podìa seguir asì:
estaba por recibirme al fin en la universidad
comenzè a trabajar como profesor en oscuras escuelas
en colegios de noche
pero para què escarbar en el pasado: la memoria como una cantera de extraños
materiales vagamente silvestres
finalmente, me habìan atrapado, me dije, adiòs a la perìnclita bohemia,
mientras meaba en el baño de profesores
antes precisamente de concurrir
al salòn de clases

pero no sè, me parece que ahora
que soy digamos un viejo choto
añoro esos tiempos cuando cogìa a diestra y siniestra
las minas màs hermosas del universo (o al menos asì me parecìa)
en los màs sòrdidos y baratos hoteles del barrio
y como no tenìa una maldita moneda partida al medio
les hacìa pagar absolutamente todo
no solo los copetines
como si fuera una suerte de gigolò
o algo por el estilo

o en su defecto, ìbamos a su casa
donde nos entregàbamos a los màs sutiles juegos sexuales
en medio de la noche y de la penumbra
incluso perversos juegos sadomasoquistas
previo contrato y consentimiento
pero de consecuencias imprevisibles
asì como colaterales defectos

ojalà no hubiera fumado nunca:
parecerìa 10 años màs joven, por lo menos
y me hubiera ahorrado un montòn de plata
en lugar de concurrir a esos famosos kioscos
o cafetear en bares de mala muerte llenos de humo
y de parroquianos borrachines
oscuros
y besos en los rincones, abrazos, chupones, aprietes varios

chapar, chapado a la antigua

licprof UBA

Respuestas
UBA
licprof Estudiante Intermedio Creado: 01/01/25
Años fumando como un escuerzo

hacièndome bolsa, pelota
destruyèndome inexorablemente:

a los 16 años, mi primer cigarrillo, un verano soleado
en la calle, y todo por juntarme con giles:
giles que fumaban, se drogaban, tomaban alcohol
y murieron jòvenes, al pedo, al
divino botòn.

A los 16, dejè de hacer deporte, yo
que habìa hecho todos los deportes habidos y por
haber, yo, que era, ni màs ni menos, que un
deportista consumado (aunque amateur).

A los 17 ya fumaba un faso tras otro:
ya querìa dejar y no podìa: el tabaquismo me iba consumiendo,
ademàs, me alcoholizaba solo, solari yirigoyen:
recuerdo tomar una botella de cerveza de litro, una noche, en
Constituciòn y totalmente borracho
volver a mi casa, en medio de la noche desierta.

Ya por entonces, era algo asì
como una suerte de fantasma: vagaba por las calles sin rumbo fijo
o con mi amigo Asdrubal Sebastiàn Carreño (¿què serà de èl?)
tomàbamos 1 litro de cerveza en las plazas verdes y soleadas
luego de engatusar al amable almacenero del barrio
mediante vagamente sutiles artimañas
o simplemente abusando de su confianza
como si fuera un cuento de Felisberto Hernàndez
(su narrativa completa adquirida ùltimamente
en la Librerìa Hernàndez).

O tomàbamos cafè con leche en El Coleccionista
(arriba de ese bar notable vivìa Nalè Roxlo)
y comìamos un tostado, invitado por moi.

Còmo lamento haber gastado tanto dinero al pedo
en esos antiguos kioscos de mierda
que me vendìan veneno como hacièndome un favor
y nunca tenìan cambio: eran tan poco lo que ganaban
con la venta de tabaco y otras porquerìas que
so pretexto de no tener cambio
te vendìan caramelos y otras mierdas
que te hacìan pelota los dientes
para no hablar del cigarrillo.

Años bailando tango en esos salones llenos de humo
que irritaba la vista, enrojeciendo los ojos: no se veìa absolutamente nada,
nos manejàbamos con largavistas para invitar a bailar a las damas.

Sentados en hileras, nos desplazàbamos en ronda
en contra de las agujas del reloj
por lo cual, el tiempo pasaba volando, se disolvìa
como el azùcar en la taza de tè
como las volutas del humo del cigarrillo
que se volatilizaban en la nada.

No obstante, bailàbamos con las bellas
tangos, milongas y valses llamados criollos
pero todo no era màs que un lìmpido pretexto
una mera excusa galante
para tenerlas en nuestros brazos
y franelear suave y delicadamente
sus tiernas tetitas
llenas de maternal y sabrosa leche.

A veces tenìamos la dudosa fortuna
de acostarnos con ellas
en los màs turbios hoteles de mala o buena muerte
y en ese encamarse, creìamos ser felices
alcanzando la efìmera y extraña
felicidad del orgasmo, ese relàmpago inusitado
ese dulce terremoto interior e imprevisto
que llenaba las noches de dicha
y lo real o mundo tendìa a extinguirse de pronto
para dar solo paso a la existencia del placer.

O cenàbamos en la taberna de la esquina
con la profesora de gimnasia de dulces ojos
o con la psicòloga lacaniana
a los efectos no solo de morfar
sino de entregarnos a bizantinas discusiones acerca de
Lacan o el arte en general, por ejemplo:
el arte era algo con su peso especìfico o la especialidad de la casa
o era algo que simplemente atravesaba la vida entera
disolviendo sus lìmites y abarcando en consecuencia
el universo en general y o la naturaleza en particular?

Còmo me gustaban las mujeres!
Me parecìa mentira que pudieran existir criaturas tan bellas,
por otra parte, era profundamente prejuicioso o directamente
misògino, y por lo general, detestaba cordialmente
su manera de ser, sus histerias, sus descontroles, su falta de ètica,
sus intereses, sus egoìsmos, y en general, todo su mundo moral ...

Amaba la belleza ardientemente pero detestaba
la falta de verdad, de sinceridad, de autenticidad ...

Una mirada machista ciertamente, propia de un machirulo, lo admito, no
obstante, aquellos juegos sexuales o bàsicamente perversos
o incluso sadomasoquistas, aceleraban el orgasmo, permitìan una
cierta variaciòn sobre los mismos temas y la fractura de
una cierta monotonìa, una cierta rutina detestable ...

Pensar que hace años no tenìa esta molestia absurda
hoy acaso reactivada a causa del llamado sexo oral ...

Pero quiero volver a los màs gratos recuerdos:
con mi amigo Asdrubal
o mi amigo Claudio
o mi amigo Alejandro Acobino
hoy todos muertos por una razòn u otra
suicidados por la sociedad ...

Recuerdo las noches en que vagàbamos
por avenida Corrientes: hurtaban libros de las librerìas
ante la mirada atònita de los vendedores
salìan disparados hacia el obelisco egipcio
que como un falo està clavado en el corazòn de la ciudad
en el centro profundo
y es objeto de los màs variados rituales: las

gentes se reùnen a veces a su alrededor
con el objeto de celebrar algùn evento o victoria posible

pero nosotros luego de tomar algunos copetines
o de celebrar alguna muzzarela chorreante en alguna pizzerìa cercana
o deslizàbamos algùn piropo en el oìdo de las bellas
hoy un gènero en franca extinciòn como si se tratara de una especie animal
o del reino vegetal.

De ninguna manera arrojàbamos barrabasadas a las hermosas:
de ninguna manera, en absoluto.

Pero no tenìamos suerte alguna con las pendejas de nuestra misma edad
por lo cual tentàbamos fortuna con las màs veteranas
y nos sumergìamos en los lechos
nos zambullìamos en las camas matrimoniales o no
o entràbamos en los màs mugrientos y baratos hoteles alojamiento
o albergues transitorios
oscuros
con redondas camas giratorias o cuadradas
llenos de telarañas
siniestros francamente hasta la nàusea
hasta el hartazgo.

Lleguè a tener un cajòn repleto de peines negros de plàstico
y siempre estaba munido de una caja de profilàcticos
para no tener malas sorpresas, martes 13 imprevistos.

Pero lo cierto es que yo no tenìa un maldito centavo, una
puta moneda partida al medio
ya que me patinaba toda la plata ganada
con el sudor de mi frente
cafeteando absurdamente
llevando una absurda vida bohemia
que francamente no me llevaba a ningùn lado.

No me explico còmo las bellas podìan aguantarme:
es que no me soportaban realmente: era yo
demasiado demandante, segùn ellas y segùn recuerdo que ellas decìan:
nunca tenìa un maldito centavo, una fucking moneda
partida por la mitad
ya que me patinaba el dinero
comiendo afuera de casa
en los grandes bodegones del barrio
siempre repletos de comensales
ya que la comida era muy buena y muy barata.

Incluso a veces, concurrìa allì mismo
con alguna bella. Pero, mientras comìamos, algùn hdp
miraba desmesuradamente a la hermosa en cuestiòn
ponièndome los pelos de punta
ponièndome la piel de gallina, no por el miedo, creo,
sino porque no podìa estar peleàndome con medio mundo ...

Esa bella era bellìsima realmente, al punto tal que yo a veces
me preguntaba por què diablos me darìa pelota,
por què me daba su amable atenciòn:

fellatios en las plazas municipales
allì mismo donde habìa existido hacìa algunos años atràs
una escuela primaria
detràs de los arbustos
y mientras multitud de automòviles nocturnos
pasaban por la avenida Independencia.

Era tan bella esa mujer que las otras mujeres
la miraban con admiraciòn
tal vez se preguntarìan: què hace este encanto
con este monstruo o mero adefesio con anteojos culos de botella
y para colmo de males gordo y mal entrasado?

La bestia y la bella.

O con la rockera Alejandra en medio de un colectivo
varios tipos le decìan toda clase de sandeces
mientras yo no decìa ni mu
tenìa que comerla doblada
o simplemente me armaba y desarrollaba mi paciencia
como varias capas de ropa frente al intenso frìo invernal
o màs bien infernal

porque el infierno si existe
ha de ser como una pista de hielo
una càrcel de hielo
una vacìa catedral de hielo
poblada de invisibles fantasmas
cuyos dientes rechinan
y que tiemblan como hojas ...

Todas aquellas desnudas mujeres que amè
cuando dejaban caer sus ropas
eran relàmpagos que iluminaban las oscuras habitaciones
llenando con su luz corpòreas
aquellas sucias piezas de paredes descascaradas
y espejos ya enmohecidos y aùn deformantes ...

Pero antes de hacer el amor
recuerdo perfectamente
que me dirigìa al baño
a los efectos de lavarme bien el miembro
y orinar denodadamente antes
por miedo a no poder acabar

porque no se puede hacer todo a la vez
y quien corre detràs de 2 liebres ...

UBA
licprof Estudiante Intermedio Creado: 16/01/25
Continuidad de los sueños: hay una fiesta de cumpleaños con el famoso artista que representa al padre , hay una màquina de 1000 tonos aproximadamente; hay ciertos indefinidos espacios onìricos que debemos atravesar: una iglesia o algo por el estilo de muy estrechos pasillos, la calle se inunda, hay un puente que hay que recorrer y lo recorro con el portero de la escuela que de paso me cuenta sus penurias y chismes; hay un aula y todo parece un sueño màs que una clase: hay ventanas y puertas y pupitres y pizarrones negros o verdes, pizarras blancas, y esbeltas mujeres que entran o salen. Tambièn hay grandes comilonas y comemos pero tambièn tengo mucho miedo de estar desnudo o mancharme enchastrarme con grandes excrementos: los baños no existen o no hay higiènico papel o todos los baños estàn ocupados y los dichos baños estàn llenos de hombres y mujeres que corren de acà para allà como si hubiera ocurrido algo grave o todo fuera màs o menos gris y somnoliento. Y asì son estas pesadas pesadillas ancestrales o cadavèricas.

UBA
licprof Estudiante Intermedio Creado: 02/02/25
Poema ensayìstico

El primer deber de un aspirante a escritor es

me parece
atrapar al lector con algo mìnimamente asombroso
de modo que se pregunte:
¿què corno es esto?
¿de què diablos se trata?
pero existen escritores tan ineptos o descorteses
o ambas cosas
que no lo logran desde el comienzo, ni
ahì, ni de casualidad.

Segundo deber: el lector o espectador-traidor debe preguntarse:
¿còmo sigue?
y por ùltimo: ¿còmo termina?
y querer que continùe
o que le haya gustado tanto que quiera releer el texto en cuestiòn
o quiera leer otro texto del mismo autor
o todo eso junto.

Por otro lado, los escritores podrìan clasificarse en 3 categorìas:
escritores que no defraudan jamàs: vg. William Somerset Maugham
Guy de Maupassant
Chèjov
entre otros

escritores que defraudan a veces: ejemplo: Horacio Quiroga, Cesar Aira (
sus ensayos son brillantes, en cambio, sus novelas son todas iguales:
leer una es ya haber leido todas, por lo
demàs, hace lo que le criticaba a Alejandra Pizarnik: se ha hecho de una
receta y la repite infinidad de veces: està capturado por la lògica
de eso mismo que cuestiona: el realismo; en
realidad, es una suerte de Bioy Casares con algunos toques presuntamente
surrealistas o
vanguardistas)

que defraudan siempre: todos los autores del gènero llamado autoayuda

escritores geniales: Borges, Arlt, Felisberto, Laiseca (pero por momentos se hace
demasiado el loco).

escritores argentinos actuales brillantes que quedaràn en el futuro: Leila
Guerriero.

Derecho Apuntes de Derecho

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